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¿Te imaginas vivir con un dolor constante, que no se nota a simple vista pero que puede sabotear tus días más productivos? Así viven millones de mujeres con endometriosis, una enfermedad invisible que no solo afecta su salud, sino que afecta su desarrollo profesional y su calidad de vida. En este artículo, exploramos cómo esta condición ginecológica impacta de forma profunda e imperceptible la vida laboral de mujeres profesionales y por qué es urgente poner el tema sobre la mesa.

  1. ¿Qué es la endometriosis y por qué nos debería importar?

La endometriosis es una enfermedad crónica en la que un tejido similar al que recubre el útero crece fuera de él, provocando inflamación, dolor intenso y en muchos casos, problemas de fertilidad. Afecta a mujeres en edad reproductiva, desde la adolescencia hasta la menopausia, y suele ser difícil de diagnosticar debido a la variabilidad de sus síntomas. Esta invisibilidad contribuye a que muchas mujeres no reciban atención médica oportuna y adecuada.

  1. Síntomas que va más allá del dolor físico

El síntoma más conocido es el dolor pélvico, especialmente durante la menstruación. Sin embargo, la enfermedad también puede presentarse con molestias al tener relaciones sexuales o al ir al baño, además de causar fatiga extrema, trastornos digestivos, sangrados abundantes y dificultades para quedar embarazada. A todo esto se suma el impacto emocional: una profunda sensación de incomprensión social, ansiedad e incluso depresión.

  1. Endometriosis en la oficina: productividad comprometida

En el mundo laboral, la endometriosis representa un obstáculo invisible. No se trata solo del ausentismo, sino del “presentismo”: estar físicamente en el trabajo, pero rindiendo por debajo del potencial debido al dolor y el malestar. Un estudio de la Universidad de Oxford reveló que las mujeres con endometriosis tienen una reducción del 38% en su productividad. Para muchas, cumplir con sus labores diarias se convierte en un reto físico y emocional que afecta la concentración, la toma de decisiones y las relaciones laborales.

  1. El costo emocional de no poder hablar

Muchas mujeres optan por ocultar su condición por temor a ser vistas como menos capaces. Esta invisibilización agrava el sufrimiento, ya que impide el acceso a adaptaciones laborales o licencias médicas. La falta de comprensión por parte de empleadores y colegas crea entornos hostiles o indiferentes, que limitan el crecimiento profesional y refuerzan estereotipos de género.

  1. Cuidar mientras se sufre: el doble peso en casa

Además de trabajar, muchas mujeres con endometriosis son también las principales cuidadoras en sus hogares. El dolor crónico interfiere con su capacidad para atender a hijos, familiares y a sí mismas, aumentando la sobrecarga mental y emocional. Esta triple jornada (salud, trabajo y cuidados) puede provocar un desgaste acelerado y profundo.

  1. ¿Qué se está haciendo y qué más podemos hacer?

Visibilizar los efectos negativos de la endometriosis es el primer paso para transformar la realidad de miles de mujeres. Necesitamos políticas laborales inclusivas: licencias médicas específicas, opciones de teletrabajo, horarios flexibles y acceso a servicios de salud adecuados. También es clave promover una cultura laboral donde hablar del dolor no signifique perder oportunidades, sino abrir puertas hacia una mayor equidad.

En Colombia, este año se han realizado importantes avances en este tema. En abril de 2025, la Comisión VII de la Cámara de Representantes aprobó en primer debate un proyecto de ley que contempla un día de licencia remunerada al mes, así como la posibilidad de trabajar desde casa hasta por dos días mensuales. Esta medida está dirigida a mujeres que padecen condiciones incapacitantes asociadas al ciclo menstrual, como la endometriosis. Sin embargo, esta iniciativa aún está pendiente de su segundo debate en plenaria y su aprobación en el Senado.

Por su parte, la Reforma Laboral, Ley 2466 del 25 de junio de 2025, establece que las trabajadoras pueden ausentarse por razones médicas relacionadas con el ciclo menstrual, incluyendo condiciones como la endometriosis. Estas ausencias son reconocidas como licencia médica remunerada, siempre que estén respaldadas por un certificado médico. Aunque la norma no menciona de forma explícita una “licencia menstrual”, sí contempla un mecanismo formal para gestionar este tipo de situaciones con respaldo legal y protección laboral. No obstante, la reforma enfrenta actualmente varias demandas, y será la Corte Constitucional quien defina si se mantiene en su totalidad. En caso de encontrar vicios de forma o de fondo, podría declarar inconstitucional, total o parcialmente, la Ley 2466.

Más allá del marco legal, las organizaciones, empresas e instituciones tienen hoy la oportunidad —y la responsabilidad— de ser parte del cambio. Implementar acciones concretas —como protocolos de apoyo, jornadas flexibles, capacitación en salud menstrual y espacios de diálogo— puede marcar una diferencia real en la vida de quienes enfrentan esta enfermedad. Apostar por entornos laborales empáticos y adaptativos no solo mejora la calidad de vida de las mujeres, sino que fortalece la productividad, el compromiso y el bienestar colectivo. Visibilizar, adaptar y actuar: ese es el camino hacia un mundo del trabajo más justo e inclusivo.

Escrito por:

Natalia Orozco Giraldo

Economista y Máster en Estudios Interdisciplinarios en Desarrollo.

Fuentes:

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